12 Meses, 12 Mentes
FEBRERO – DESCARTES
¿No hay nada desde Aristóteles hasta el
siglo XVII?
Entre la filosofía clásica y la moderna,
la Iglesia lo abarcó todo. Los filósofos medievales se erigen como escolásticos sujetos
al dogma de la religión cristiana. San Agustín, Duns Escoto, Ockham o Santo Tomas
de Aquino son considerados como importantes pensadores pero todos enfocados a
la búsqueda de Dios, convirtieron la filosofía en una teología.
Los siglos XVI y XVII fueron tiempos de
grandes cambios en Europa, Galileo, Kepler y Newton revolucionan la ciencia y
fruto de su racionalidad surge la filosofía moderna, una vanguardia del nuevo espíritu
científico, con su énfasis en el método experimental, su rigor matemático y su
objetividad. René Descartes es considerado el padre de la filosofía moderna.
Descartes mató al dragón medieval del
escolasticismo aristotélico y situó al sujeto individual en el centro de
gravedad de la filosofía.
Descartes, (1596-1650), dice Cogito ergo sum (Pienso luego existo) y a partir de aquí construye su filosofía. Descartes asume que
puede dudar de todo excepto de que esta dudando, por lo tanto pensando. Por
mucho que sus sentidos lo engañen, el hecho de que piensa lo convierte en un
ser pensante.
Una vez demuestra su existencia,
Descartes busca cual puede ser la certeza absoluta y ve en el concepto de Dios
la causa de su pensamiento. La existencia de un Dios justifica que percibimos
lo real, pero este paso, más que una justificación filosófica, es un salto de
fe. Es aquí donde se puede señalar que Descartes, brillante matemático y físico,
parece plegarse a la estricta escolástica cristiana. Descartes divide cuerpo y
alma, un mundo material puramente mecánico que podía investigarse y otro que
pertenece a Dios, al alma y a la mente y que podía estar reconciliado con la
Iglesia.
El gran merito de la filosofía cartesiana (ya explique porque lo relacionado con Descartes se nombra con el adjetivo "cartesiano") es considerar los hechos y únicamente apelar a la evidencia, alejados de las formas anteriores de filosofía. Este principio adoptó con Descartes una expresión clara y moderna, germen de la filosofía posterior.
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“Vivir sin filosofar es, propiamente,
tener los ojos cerrados, sin tratar de abrirlos jamás.”
René Descartes
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