Ayer todo el mundo estaba con lo del
dichoso vestido. ¿Lo ves blanco y dorado o azul y negro?
Sin intentar convencer a nadie…
Lo que conocemos como colores no existen
y no vemos con los ojos, lo hacemos con el cerebro. Los objetos absorben parte
del espectro electromagnético y reflejan el resto, que es lo que vemos y nuestro
cerebro interpreta como color.
Además existe un fenómeno en la percepción
del color que se llama la “constancia del color”, por el que la mayoría de las
superficies de color parecen mantener la apariencia cromática que tendrían bajo
lo que sería la luz del día, incluso bajo condiciones luminosas muy diferentes
a dicho tipo de iluminación. Esto se hace automáticamente, pero en las cámaras de
video es lo que se conoce como “balance de blancos”, hay que indicar a la cámara
lo que es blanco para que adapte el resto de colores al espectro
correspondiente, porque si la cámara detecta que los grises son blancos, cambia
todas las tonalidades.
El problema de este vestido es la iluminación
con la que se ha tomado la fotografía.
El resultado de la fotografía es similar
al que produciría un vestido blanco iluminado con luz azulada. Por otra parte, el
mismo resultado puede también lograrse iluminando un vestido azul con luz
blanca (la situación real en la que se obtuvo la fotografía). Como la
fotografía no proporciona información espacial suficiente para escoger entre
estas dos alternativas, el vestido puede verse blanco (cuando el cerebro
efectúa la compensación para iluminaciones azuladas) o azul (cuando no la
efectúa).
Si analizamos la fotografía con Photoshop
veremos que los colores son azul y un marrón dorado.
Es un efecto similar al de la ilusión de
Adelson. Da igual que sepamos que los cuadros A y B sean del mismo tono de
gris: no hay forma de que nuestro cerebro vea ese color.
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