12 Meses, 12 Mentes
JULIO – SCHOPENHAUER
Schopenhauer se presenta como la antítesis
absoluta del movimiento idealista alemán, por erigirse en defensa de una realidad,
en último término, inmaterial. Schopenhauer nació en 1788 en el Reino de Prusia,
actual Polonia, en el seno de una familia rica y cosmopolita. Tras la muerte de
su padre dejo de trabajar y se formó en filosofía y psicología.
Schopenhauer desarrolló su propia concepción
filosófica acerca del mundo a partir de la metafísica kantiana y la desarrolló
en un lenguaje muy claro. Si recordamos a Kant, este dividió el mundo entre el
mundo “fenoménico”, aquel que cada uno construye con su percepción del mundo y
el mundo “noumoénico”, aquel que es en sí. Pues bien, para Schopenhauer lo fenoménico
y lo noumoénico no son dos realidades diferentes, sino el mismo mundo
experimentado de manera diferente, un solo mundo bajo dos aspectos: voluntad y representación.
La visión que tenemos del mundo está limitada por las observaciones que puedo
hacer del universo y mi experiencia limitada por una voluntad, por lo que
nuestra visión del mundo no incluye cosas que no haya percibido, ni la voluntad
que no he experimentado.
Donde los contemporáneos de Schopenhauer veían la voluntad como una fuerza positiva, este ve a la humanidad a merced de una voluntad universal sin conciencia ni finalidad; Schopenhauer no veía el mundo ni bueno ni malo, sino carente de sentido.
Ante esta situación Schopenhauer cree
que la solución sería no existir, o en su defecto eliminar la voluntad de gratificación.
Un alivio a esta situación podría ser la música. En este punto la filosofía de
Schopenhauer es un eco al concepto budista del nirvana que conoció al estudiar
pensadores y religiones orientales.
Schopenhauer negó el valor de la
existencia de modo categórico: la vida es dolor, caducidad y miseria; la
existencia, un completo sinsentido. La única salvación que el hombre puede
esperar es la de su reposo en la nada para siempre. No en vano, afirmó que
cuanto más conocía a los hombres más quería a su perro. Su ética, claramente
influida en este punto por el budismo, gira por consiguiente en torno al
problema fundamental de cómo contrarrestar con posibilidades de éxito el
todopoderoso y ubicuo egoísmo. «El móvil principal y fundamental en el hombre,
lo mismo que en el animal, es el egoísmo, es decir, el impulso a la existencia
y el bienestar». Muy representativa es su famosa comparación del hombre con un
puercoespín: un animal miserable deseoso de acercarse a otros para calentarse y
buscar refugio en la intemperie, pero que corre el riesgo de pincharse con las
espinas de los otros congéneres.
Conforme a su intuición básica de que
toda vida es sufrimiento, Schopenhauer afirma la anterioridad ontológica del
dolor respecto al placer; éste, a la postre, no es sino la ausencia momentánea
de sufrimiento. De ahí también la fuerte carga ascética de esta reflexión: su
búsqueda filosófica de un anonadamiento capaz de anular por completo todos los
deseos egoístas del hombre, preso en los límites de su propia e ilusoria
individuación. Prescindiendo de la muerte, sólo hay dos modos de escapar del
círculo vicioso de esta voluntad incesantemente instigada a desear: la
compasión y el arte.
La obra de Schopenhauer ha ejercido
influencia en filósofos y pensadores importantes, como Nietzsche, y en
numerosos literatos y artistas. El mayor influjo ha sido en el campo de la psicología,
en el que sus ideas acerca de nuestras necesidades básicas y su frustración
influyeron en las teorías psicoanalíticas de Freud y Jung.
Schopenhauer manifiesta una sorprendente modernidad, con su rechazo militante de la
superstición y las creencias irracionales, entre ellas la religión y el
nacionalismo, así como su desprecio por la incultura y los hombres que se
sienten cómodos en ella, pero declarando a la vez su amor por el prójimo que
sufre, incluyendo en ese prójimo a los animales, resultando uno de los
filósofos más destacados en plantear los derechos de los seres animales.
Camiseta de Schopenhauer, otra de zazzle.es (tienen de todo, es una locura). Ya reclama un nivel para entenderla.
“La envidia en los hombres muestra cuán
desdichados se sienten, y su constante atención a lo que hacen o dejan de hacer
los demás, muestra cuánto se aburren.”
Arthur Schopenhauer
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