La Copa América, que se está celebrando
en Chile estos días, dará para muchas historias. Una de ellas, que desconocía,
es sobre el Estadio Nacional de Santiago. Este estadio albergará los partidos
de Chile, un partido de cuartos, una semifinal y la gran final el día 3 de
julio.
En ese fondo se observa el cemento, los
asientos no son de plástico sino de madera y no hay vallas de publicidad sino
rejas. Es un homenaje a las víctimas de lo que fue aquel estadio.
Tras el golpe de estado del general
Pinochet el 11 de septiembre del 1973, el Estadio Nacional se convirtió en un improvisado campo de concentración durante un par de meses. Allí vivieron unas
20.000 personas que pasaban la mayor parte del tiempo en las gradas, mientras
una persona encapuchada intentaba reconocer a los militantes de izquierda para
su detención. La tortura y malos tratos eran la práctica habitual, así como los
simulacros de fusilamiento y los interminables interrogatorios.
El vomitorio, o escotilla, nº 8 era el
lugar preferido por los retenidos para ver a los familiares que se concentraban
en el exterior del estadio. Por ello este lugar fue elegido para honrar a las víctimas
de aquellos sucesos. El vomitorio 8 se ha dejado tal como estaba en 1973 para
que no se olvide lo que sucedió y su contraste con el resto del estadio es espectacular;
más aun cuando el estadio está lleno y ese pequeño recinto queda vacío.
Y es que, como reza la inscripción en
ese estadio, “Un pueblo sin memoria, es un pueblo sin futuro”.
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