domingo, 14 de enero de 2018

REVERENCIA JAPONESA

Trabajo cerca de la Fira II de Barcelona en l’Hospitalet. El otro día vi a unos japoneses despidiendo a lo que debería ser su jefe, ya que sus reverencias eran muy exageradas. Ya hace años me paso un episodio muy gracioso con unos japoneses que hacían reverencias a su jefe cuando este entraba al ascensor, incluso cuando las puertas se cerraron y el ascensor subía.
Siempre pensaba que las reverencias se hacían por la aprensión de los orientales al contacto físico, pero viendo que el saludo occidental de dar la mano se ha institucionalizado en todo el mundo, las reverencias se siguen haciendo.

La reverencia no es solo un acto de cortesía, es algo más profundo. No implica sumisión o humillación, sino que es un gesto de respeto y confianza, no en vano la reverencia es ofrecer la cabeza, la parte más vulnerable, al otro.

La reverencia se ha de realizar con la espalda recta con las manos, a los costados si se es niño/hombre, entrelazadas en la falda si se es niña/mujer y mirando hacia abajo. La reverencia se inicia en la cintura y cuanto mayor grado tenga, mas respeto o emoción se expresa.

La reverencia informal sería de unos 15º de inclinación (eshaku) y sirve para el saludo diario par agente del mismo status social o laboral, familiares y amigos. Más formal sería la de 30º (keirei) que expresa un nivel moderado de respeto o gratitud, por ejemplo al recibir a clientes o saludar a gente de mayor edad, status o posición laboral. Por último, la muy formal  seria de 45º (saikeirei), usada para rezos a templos, despedir a un cliente o pedir disculpas. 
Existen reverencias de más de 45º, son utilizadas en pocas ocasiones, para pedir perdón público o arrepentimiento, pudiendo llegar a realizarse en el suelo (dogeza) en casos de máximo arrepentimiento o vergüenza pública
Dos ejemplos de lo que no se debería hacer:

Nuestro Mariano Rajoy en 2013 visitó Japón y no hizo reverencia al emperador Akihito. Donald Trump, actual presidente de los EEUU, tampoco lo hico en su visita en 2017.
El ex presidente de EEUU, Barack Obama se excedió en su reverencia y fue duramente criticado en su país. Los estadounidenses entendieron la reverencia como un acto de sumisión.

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