Trabajo cerca de la Fira II de Barcelona
en l’Hospitalet. El otro día vi a unos japoneses despidiendo a lo que debería ser
su jefe, ya que sus reverencias eran muy exageradas. Ya hace años me paso un
episodio muy gracioso con unos japoneses que hacían reverencias a su jefe
cuando este entraba al ascensor, incluso cuando las puertas se cerraron y el ascensor
subía.
Siempre pensaba que las reverencias se hacían
por la aprensión de los orientales al contacto físico, pero viendo que el saludo
occidental de dar la mano se ha institucionalizado en todo el mundo, las
reverencias se siguen haciendo.
La reverencia no es solo un acto de cortesía,
es algo más profundo. No implica sumisión o humillación, sino que es un gesto
de respeto y confianza, no en vano la reverencia es ofrecer la cabeza, la parte
más vulnerable, al otro.
La reverencia se ha de realizar con la
espalda recta con las manos, a los costados si se es niño/hombre, entrelazadas
en la falda si se es niña/mujer y mirando hacia abajo. La reverencia se inicia
en la cintura y cuanto mayor grado tenga, mas respeto o emoción se expresa.
La reverencia informal sería de unos 15º
de inclinación (eshaku) y sirve para el saludo diario par agente del mismo
status social o laboral, familiares y amigos. Más formal sería la de 30º
(keirei) que expresa un nivel moderado de respeto o gratitud, por ejemplo al
recibir a clientes o saludar a gente de mayor edad, status o posición laboral.
Por último, la muy formal seria de 45º (saikeirei),
usada para rezos a templos, despedir a un cliente o pedir disculpas.
Existen reverencias de más de 45º, son
utilizadas en pocas ocasiones, para pedir perdón público o arrepentimiento,
pudiendo llegar a realizarse en el suelo (dogeza) en casos de máximo
arrepentimiento o vergüenza pública
Dos ejemplos de lo que no se debería hacer:
Nuestro Mariano Rajoy en 2013 visitó Japón
y no hizo reverencia al emperador Akihito. Donald Trump, actual presidente de
los EEUU, tampoco lo hico en su visita en 2017.
El ex presidente de EEUU, Barack Obama se
excedió en su reverencia y fue duramente criticado en su país. Los
estadounidenses entendieron la reverencia como un acto de sumisión.
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