Tengo un compañero de trabajo que se ha
ido a Turquía a ponerse pelo.
La preguntas de otro, más veterano y con
más experiencia, le preguntó si su complejo era para tanto como para operarse.
La respuesta era obvia, sí. Tiene 26 años, esta obsesionado con su imagen y en como le ve la gente.
A veces creemos que los demás dan mucha
importancia a todo lo que tiene que ver con nosotros.
Y, generalmente, no es así.
El efecto Reflector o Spootlight es ese efecto por el
cual, creemos ser el centro del universo, aunque racionalmente sabemos que no es
así. Creemos que estamos bajo focos reflectores y que todo el mundo nos está
mirando pensando que los demás notan y evalúan nuestro aspecto, nuestros
tropiezos o nuestro desempeño.
La razón es que pensamos tanto en
nosotros mismos, que creemos que la gente nos pone la misma atención, mucha más
de la que realmente nos presta.
Lo peor de este efecto es que es
limitante y nos hace más vulnerables. La solución es no magnificar lo que no
tiene importancia, relativizar las cuestiones tanto como sea posible y echarle
un poco de humor a la vida.
Y si aun no crees que sea cierto, este
pequeño relato lo colgó un amigo en Facebook hace unas semanas.
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