La FIFA ya había estipulado la alternancia
de las sedes mundialistas entre Europa y América y, hasta 2002, en que el
torneo fue a Asia, no varió esta norma. En 1960 los candidatos a albergar el
campeonato eran España, que se retiró a última hora, Alemania e Inglaterra. El
congreso de la FIFA decidió por 34 a 27 que el máximo campeonato de fútbol volvería al país de su creación.
Inglaterra sabía que no podía defraudar
en su mundial y el país se engalanó para celebrar el acontecimiento, junto con el
centenario de la federación inglesa de fútbol. Se inauguró una nueva costumbre,
la de presentar una mascota que sería copiado en las siguientes ediciones.
Willy World Cup era un león, símbolo tradicional de Inglaterra, con una
camiseta con los colores del reino Unido.
La Copa Jules Rimet llegó a Inglaterra para
ser expuesta antes del torneo. El trofeo desapareció el 20 de marzo de ese
mismo año. 7 días después el perro Pickles la encontró en un paseo con su amo,
estaba en un seto envuelta en papeles de periódico. Nunca se supo quien la robó.
Con todo, el 11 de junio de 1966 arrancó
la octava edición de la Copa Mundial de Fútbol. Como en la edición anterior,
las grandes selecciones participaron excepto Checoslovaquia que vivió un fin de
ciclo. De todas, la Brasil de Pelé era la clara favorita, pero por azar o una
mano negra, cayó en el “grupo de la muerte” con Bulgaria, Hungría y Alemania y
si pasaba debería enfrentarse a Italia o la URSS.
Además, los árbitros, en su mayoría
ingleses, fueron muy permisos con el juego duro contra Brasil. En el primer
partido los cariocas se impusieron 2 a 0 ante Bulgaria, pero Pelé sufrió todo
tipo de faltas. El seleccionador reservó
a “O Rei” en el partido contra Hungría y perdió 3 a 1, en el único partido que
perdió Garrincha con la “verdeamarela” de los 60 que disputo. En el ultimo
partido, Brasil estaba obligada a ganar a la Portugal de Eusebio, pero perdió 3
a 1. Pelé, en un ejemplo de pundonor, jugó todo el partido medio cojeando y
sufriendo patadas que no eran señaladas como falta. Brasil quedaba apeado a las
primeras de cambio de la lucha por el campeonato.
Inglaterra se plantó en su final tras
eliminar a Argentina y Portugal. Por el otro lado del cuadro los alemanes
eliminaron a Uruguay y a la URSS. El 30 de junio en el estadio de Wembley
ingleses y germánicos se enfrentaron en una final en el país donde nació el fútbol. No fue el mejor partido de la historia, pero si un partido histórico. El
partido finalizó con resultado de 2 a 2 y en la prórroga, Inglaterra se
adelantó con un gol fantasma de Geoff Hurst y otro al final del partido que
dejó el marcador en un 4 a 2.
Inglaterra ganó su mundial, pero nada
más. El combinado de la rosa nunca ha ganado ninguna otra competición mundial o
continental en categoría absoluta, ni siquiera ha sido subcampeona.
El torneo regresaría a América en la
siguiente edición, a México, en uno de los mejores mundiales de la historia por
juego limpio, entidad de los participantes y vistosidad.
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